Fue la amanecida mas larga de toda mi vida. Estaba tan ansiosa de que ese día llegara, pero no sabía como iba a ser: duro, difícil que se yo. Pero si, resultó ser mucho más difícil de lo que pensaba. Eternas se me hicieron las horas, pero sabía que todo valdría la pena. Cuando ya estaba cansada y exhausta, de repente se fue el dolor y a los pocos minutos pude ver al ser más hermoso que jamás había visto por mi trayecto en esta vida: mi hija.
Cuando pude ver por primera vez su rostro, aun mojado, y asustado al ver la luz por primera vez, esas manos que se movían de un lado a otro, entonces pude conocer un sentimiento hasta ese día, desconocido para mi: ser mamá.
Cuando al fin te pusieron a mi lado, al instante tu y yo nos conectamos. Ahí estábamos las dos, viéndonos fijamente, y aunque tu mirada aún no tenía color, no dejabas de verme un segundo.
Yo no dejaba de contemplar el milagro de la vida, ya estabas ahí conmigo, ya te tenía en mis brazos, ya escuchaba tu respiración, tus llantos, el latir de tu corazón cerca de mi... eso era increíble.
Aunque horas después, mi cuerpo me traicionó, atravesando por un momento difícil, que me hizo sentir frustrada, infeliz, me deprimí... todo para mi era llanto, fueron días duros, pero aún en esas circunstancias, me esforcé por brindarte amor, protección, cuidado, paciencia...
El tiempo pasó, pude volver a sonreír. Ahora solo le pido a Dios que nos cuide y nos haga vivir momentos maravillosos en esta tierra.
Anhelo verte caminar, escuchar tus primeras palabras, todo.
Gracias por haber cambiado mi vida. Por existir, por ser mi princesa....
Te ama con todo su corazón... tu mama.
Memoria para mi princesa: Gabriela
en
17:44
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)



No hay comentarios:
Publicar un comentario