Familias enteras se van a otros pueblos

Numerosos habitantes de Pisco han empezado a abandonar esa ciudad castigada por los terremotos del miércoles, huyendo del hambre, del pillaje y del fantasma de una posible epidemia al no haberse rescatado un número incierto de cadáveres. Desde tempranas horas de la mañana, largas filas de pisqueños hacen colas en las puertas de la base aérea de Pisco con la esperanza de abandonar la ciudad en uno de los aviones que cubren el “puente aéreo” de evacuación de heridos y transporte de ayuda. A ellos no les importa dejar sus viviendas ni sus bienes materiales, pues su principal preocupación es salir de Pisco y dejar atrás la tragedia que les tocó vivir. Una situación similar se ve en los terminales terrestres, donde las combis ofrecen trasladar a las familias hasta Lima, o al norte, cobrando 100 soles o más por el servicio, una tarifa exorbitante. Tal es la psicosis que se vive en la ciudad, que aquellos habitantes que tienen recursos económicos contratan taxistas para que los trasladen hasta Lima pagando desde 300 hasta 500 soles.

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