LIMA - El presidente peruano, Alan García, deberá dejar su habitual locuacidad para quedarse en las sombras ante los juicios contra el ex mandatario Alberto Fujimori, si quiere evitar perder el clave apoyo en el Congreso de los seguidores del político extraditado desde Chile.
"Esta es una gran oportunidad para el Gobierno, como administrador del Estado, de demostrar que será eficiente dándole un juicio justo a Fujimori, garantizando la independencia de la justicia, sin presión política," dijo el director de Estudios de Opinión de Ipsos Apoyo, Guillermo Loli.
"Tanto el Gobierno y los fujimoristas tienen que dejar a la corte trabajar, sin presiones ni interferencias políticas," agregó por su parte Giovanna Peñaflor, directora de la encuestadora Imasen.
Según algunos políticos opositores y analistas, el oficialista Partido Aprista Peruano (PAP) y la Alianza por el Futuro, de Fujimori, mantienen un pacto en el Congreso peruano, en el que ningún partido goza de mayoría.
Aunque García no ha aparecido en la escena pública desde el viernes, cuando la Corte Suprema de Chile informó su decisión de aprobar la extradición de Fujimori, algunos analistas han cuestionado su silencio.
"El Gobierno de García ha jugado un papel ambivalente en relación a la extradición de Fujimori, en consencuencia lo que van a hacer es no hacer olas y decir que de eso se encargue la justicia, así queda bien con Dios y con el diablo," dijo Fernando Tuesta, director Instituto de Opinión Pública de la Universidad Católica.
"Sin duda es incómodo para Alan García pero van a tratar de sortearlo. Allí es donde se puede producir una tensión de dos aliados que hasta el día de ayer durmieron juntos," agregó.
García, que gobernó por primera vez en Perú entre 1985 y 1990, carga en sus espaldas el haber sido perseguido por el Gobierno de Fujimori, que lo llevó en 1992 a autoexiliarse en Colombia y Francia.




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